Mi visión sobre el oro, el dólar estadounidense, nuestra deuda nacional y el estatus de nuestra moneda de reserva no ha cambiado mucho desde agosto de 2020, excepto que en IMA hemos estado aumentando nuestra exposición a empresas extranjeras cuyos negocios no están vinculados a Estados Unidos. Todavía tenemos una pequeña cobertura en oro, pero mi entusiasmo al respecto es tan limitado como lo era cuando escribí este artículo.
Octubre de 2021 (Actualización)
Mi visión no ha cambiado mucho, salvo por el hecho de que hemos estado aumentando nuestra exposición a empresas extranjeras cuyos negocios no están vinculados a Estados Unidos. Todavía tenemos una pequeña cobertura en oro, pero mi entusiasmo al respecto es tan limitado como lo era cuando escribí este artículo. Nuestra caótica y vergonzosa retirada de Afganistán ha hecho que me sienta aún menos optimista sobre nuestro liderazgo político y el dólar.
Agosto de 2020
Generalmente, me encanta escribir. Me levanto temprano, preparo una taza de café, me pongo los auriculares y espero con ansias a que mi subconsciente me sorprenda.
Pero esta vez, eso no sucedió.
Odié cada minuto que pasé trabajando en este artículo.
Esto sucedió por diferentes motivos.
En algunas ocasiones, mientras escribía, estuve cerca de cruzar una línea que no me gusta traspasar: la línea de la política. Rara vez discuto sobre política, incluso con mis amigos. Tengo conversaciones de este tipo de vez en cuando con mis hijos y siempre trato de mostrarles todas las aristas y puntos de vista. Por otro lado, tampoco permito la transmisión de debates políticos en los pasillos de IMA, ya que no tienen la rigurosidad intelectual que necesitamos en nuestras investigaciones. Solo aportan toxicidad: los problemas siguen sin ser resueltos y la mente de las personas tampoco cambia.
Bloqueo la mayoría de las discusiones políticas que surgen en mi vida diaria y me enfoco en tareas que tienen una vida útil más larga que un plátano que ya está demasiado maduro (cosas como los libros, por ejemplo).
Pero escribir este texto (una carta al cliente) fue una experiencia bastante molesta porque me vi obligado a reflexionar profundamente acerca de los cambios negativos que están ocurriendo en mi amado país.
¿Por qué escribirla entonces?
No estoy escribiendo esto para desahogar mi frustración, ya que para eso, grito en mi almohada. Tampoco para proporcionar una receta de lo que se debe hacer, puesto que ya hay comentaristas en la televisión que se dedican a esto. Realmente no quería escribir sobre nuestras fallas nacionales, pero tengo un motivo pragmático para hacerlo: a medida que el mundo a nuestro alrededor cambia, necesitamos seguir haciendo cambios en nuestra cartera. El impacto del coronavirus ha afectado al mundo de tal manera, que transformaciones que generalmente tomarían años en desarrollarse, han ocurrido en cuestión de meses. Podría considerarse como la gota que rebalsó el vaso de una persona envejecida y demasiado confiada en sí misma.
Un país que amo, con una cobertura no tan deseada.
Me acuerdo haber leído en enero sobre el virus en China y pensar "Este es un problema de China; no hay chance de que este virus llegue a EE.UU". Hoy, al considerar este pensamiento, me doy cuenta de que es increíblemente ingenuo, arrogante y muy peligroso.
Si fuera la única persona que ha compartido esa reflexión, tomaría una nota mental para no hacerlo nuevamente, o quizás tendría una sesión con mi terapeuta para hablar sobre este tema, en vez de escribir al respecto. Pero este pensamiento, completamente arrogante, se ha propagado por todo el país, incluso en las esferas internas de nuestro gobierno. Y no estoy hablando de nuestra respuesta al virus, o de las tensiones entre la libertad, el comercio y la salud pública. Estoy hablando de algo más.
Esta arrogancia no se construyó de la nada.
Estados Unidos realmente tiene muchas ventajas que el resto del mundo no tiene. Tiene salida a dos océanos y dos vecinos amigables, uno educado al norte y otro divertido al sur. Posee abundante tierra fértil para alimentarse y suficientes recursos naturales para ser independiente del resto del mundo. Incluso, no ha librado una guerra en su propio territorio con una potencia extranjera en más de doscientos años.
No solo es la democracia más grande del mundo (de acuerdo al PIB, ya que India es la más grande por población), sino que además, es la cuna de la innovación tecnológica: cada dispositivo tecnológico en mi escritorio tiene su origen en Estados Unidos.
Es por estas razones que el dólar estadounidense se convirtió en la moneda de reserva mundial.
Las ventajas competitivas de Estados Unidos se deben a su geografía, pero la razón por la que el dólar se convirtió en la moneda de reserva global es que tenía la economía más grande, fuerte, en constante crecimiento y financieramente conservadora, además de un sistema político estable (su Constitución es de gran ayuda en este punto).
Enfoquémonos y profundicemos en este punto. Aunque tengas un billete estadounidense en tu mano, este simple trozo de papel adquiere valor únicamente si tú y quienes te rodean creen en él. Y resulta que después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo confiaba sólidamente en esta idea.
Básicamente, la gente, al mirar dónde vivía y compararlo con América, llegaba a la conclusión de que Estados Unidos era el destino más seguro para guardar sus ahorros. No tenían que preocuparse de que su dinero pierda su valor si lo pasaban a dólares estadounidenses. El dólar no iba a ser diluido por la hiperinflación ni consumido por una guerra extranjera o civil. El sistema político era estable y sólido, y la gente no tenía que inquietarse por la posibilidad de que, en algún momento, no pudieran retirar su dinero de los bancos estadounidenses y llevarlo a casa.
Sin embargo, la moneda es una construcción abstracta. Es una representación que no está arraigada en la naturaleza; se basa completamente en la percepción masiva.
Esto nos lleva de nuevo a la arrogancia.
El problema con la arrogancia es que cambia tu comportamiento. Empiezas a creer que eres muy especial por razones que no tienen bases en la realidad. Piensas que solo les suceden cosas malas a otras personas y a otras naciones porque no son tan especiales como tú. Tú, en cambio, puedes hacer lo que quieras, endeudarte y gastar tanto como desees, y sin embargo, nada malo te sucederá. Este comportamiento, a su vez, comienza a socavar las razones fundamentales por las que las personas confiaban en tu país y en su moneda desde el principio.
Esto es exactamente lo que está sucediendo ahora en los Estados Unidos. En 2020, la relación entre nuestra deuda y la producción de la economía (deuda con respecto al PIB) probablemente va a superar el 120% (y podría ser tan alta como el 130%). Puedes culpar al virus por parte de eso, pero la deuda nacional había estado aumentando constantemente cada año. Corrimos enormes déficits presupuestarios en tiempos buenos y malos, mucho antes de que el virus llegara a nuestras costas.
En el año 2000, hace solo 2 décadas, nuestra deuda era de 6 billones de dólares, un 30% deuda con respecto al PIB. En 2010, fue de 14 billones y de 23 billones en 2019, aumentando 1 billón por año mientras la economía de EE. UU. estaba en auge. O tal vez eso es por lo que la economía de EE. UU. estaba en auge. Cargamos un billón al año, año tras año, en nuestra tarjeta de crédito nacional para comprar cosas y para impulsar este crecimiento. Para 2019, ¡diez años después de la Gran Crisis Financiera, la Reserva Federal seguía implementando flexibilización cuantitativa!
En 2019, la deuda con respecto al PIB superó el 100%, eclipsando la relación de la UE del 86%.
(Sí, un EE. UU. capitalista estaba más endeudado que la UE "socialista"). No hemos sentido profundamente esa carga de deuda porque las tasas de interés disminuyeron durante las últimas dos décadas.
Y entonces llegó el virus.
Los EE. UU. han gastado el 12% del PIB (hasta ahora) para mantener a flote la economía durante el cierre, el doble en términos de PIB que el resto del mundo, cuatro veces más que los países europeos más grandes, tres veces más que Japón.
Nuestra deuda ha aumentado en otros ... tal vez 6 billones de dólares, es demasiado pronto para decirlo. La Reserva Federal ya poseía 2.5 billones de dólares en bonos del gobierno en 2019, y ahora posee 3.7 billones de nuestros finos papeles y es compradora de nuestros bonos corporativos y ETF. Las acciones probablemente sean las siguientes.
Las agencias calificadoras de crédito ya han puesto nuestra deuda con calificación AAA en "vigilancia negativa", señalando una posible rebaja. Países como los EE. UU. que se endeudan en su propia moneda no incumplen su deuda, al menos no al dejar de realizar pagos. En cambio, "honraremos" nuestras obligaciones a través de una impresión masiva de dinero, lo que podría traer una inflación masiva y hundir el dólar estadounidense (¿quién querría poseer una moneda que compra cada vez menos?). Dios te ayude si buscaste rendimiento y acumulaste bonos a largo plazo (una operación que ha hecho dinero durante los últimos 30 años). Los bonos a largo plazo serán inversiones muy riesgosas.
Pero nuestra gran montaña de deuda es solo una parte de la historia. En la economía más grande del mundo, la más ferviente defensora de los mercados libres, el costo del dinero (posiblemente el commodity más importante) lo fijan una docena de economistas. (Piensa en eso cuando escuches a EE. UU. llamar a otra nación manipuladora de su moneda).
En 2020, el tejido social de nuestra sociedad se está desgarrando. Es una tribu contra otra tribu. Cada vez que piensas que la toxicidad de nuestra política no puede empeorar, lo hace. A diferencia del país que se unió durante la Segunda Guerra Mundial o el 11 de septiembre, esta vez el coronavirus nos ha distanciado aún más. No parece que el resultado de las elecciones de 2020 vaya a cambiar eso, y así persistirá la inercia de los últimos 20 años.
Nadie sabe cuál es nuestra a política exterior. La única vez que nos enteramos es cuando discutimos con nuestros vecinos y aliados, bombardeamos algún país en el Medio Oriente que la mayoría de los estadounidenses no pueden ubicar en un mapa, aumentamos las tensiones con China o, por enésima vez, imponemos sanciones a Rusia.
Antes, el mundo veía a EE. UU. como el líder global, como una brújula moral. Permíteme decirlo de esta manera. Si los marcianos aterrizaran en la Tierra hoy y observaran cuidadosamente nuestro comportamiento, no creo que concluyeran que somos la brillante luz de la democracia.
Esto es increíblemente difícil de escribir, pero las cosas malas no solo suceden en otros países; también pueden suceder aquí. La respuesta de los EE. UU. al COVID-19 es un recordatorio visceral de eso. Nos gustaría creer que los EE. UU. son especiales, y lo son para nosotros, pero las leyes de la física no se suspenden aquí, y tampoco lo hacen los principios médicos y económicos.
Aunque es poco probable que en el futuro inmediato el dólar estadounidense pierda su estatus de moneda de reserva, simplemente porque no hay mejores alternativas (cada contendiente tiene problemas propios), la fortaleza que hemos visto en la última década probablemente se desvanecerá en nuestro espejo retrovisor.
El virus ha acelerado tendencias que ya estaban en marcha; ha acelerado el comienzo del fin de la globalización. La globalización fue un viento a favor para el dólar estadounidense en su papel como medio central de intercambio global, y la desglobalización (regionalización) tiene el efecto opuesto. También estamos avanzando (y ya estamos hasta las rodillas) en una guerra fría con China (un tema para una discusión aparte). Estamos librando una guerra fría tecnológica con ellos y viceversa.
La depreciación del dólar podría traducirse en precios más altos, mayor inflación (ya que somos importadores netos) y tasas de interés más elevadas (la Reserva Federal intentará controlarlas, hasta que ya no pueda hacerlo).
En nuestra cartera, ya estamos parcialmente posicionados para este cambio al poseer acciones extranjeras: un dólar más débil significa que sus ganancias aumentarán en términos de dólares estadounidenses.
Pero hay otra cosa que podemos hacer: comprar oro.
Es algo a lo que nos hemos resistido durante mucho tiempo (Aquí expresé mis pensamientos sobre el oro en octubre de 2019). Hay tantas razones por las que no debería gustarme el oro: no tengo idea de cuánto vale (no genera flujos de efectivo), es una reliquia medieval, no tiene valor productivo, simplemente permanece en las bóvedas de los bancos centrales o se guarda debajo de colchones.
El oro nos está protegiendo contra dos escenarios: un dólar estadounidense más débil y la degradación de todas las monedas. El dólar disminuye, pero también lo hacen otras monedas. Los flujos de dólares buscarán lugares seguros. Algunos fluirán hacia euros, libras esterlinas y francos suizos, y otros hacia el oro, un activo incorruptible (los bancos centrales y los políticos no pueden crear más oro).
En el pasado, nuestra justificación para no poseer oro era que preferíamos invertir en buenas empresas, y seguiremos haciéndolo. El oro se convertirá simplemente en otra posición en nuestra cartera: un refugio poco querido.
A pesar del tono sombrío de esta carta, Estados Unidos no se está convirtiendo en Zimbabue en el corto plazo. Sí, enfrentaremos desafíos, pero los superaremos. La Libra Esterlina fue la moneda de reserva mundial durante más de un siglo, hasta que el dólar la destronó hace unos setenta años. El Reino Unido sigue prosperando hoy a pesar de pasar por un divorcio complicado (Brexit) con sus vecinos europeos.
Sí, Estados Unidos tendrá desafíos, pero nos adaptaremos a ellos. En IMA, preferimos anticiparnos a los cambios y enfrentar antes cualquier desafío.
Artículo disponible en inglés aquí.
Vitaliy Katsenelson es el director ejecutivo de IMA, una firma de inversión de valor ubicada en Denver, Estados Unidos. Ha escrito dos libros sobre inversiones, que fueron publicados por John Wiley & Sons y que se han traducido a ocho idiomas. Soul in the Game: The Art of a Meaningful Life (Harriman House, 2022) es su primer libro que no trata solo de inversiones. Puedes obtener capítulos bonus inéditos enviando tu recibo de compra a bonus@soulinthegame.net.
Por favor, lee la siguiente divulgación importante aquí.
Excelente muy buena reflexión la cual comparto gracias