En estas cartas, guío a los clientes a través de nuestra investigación sobre las acciones que poseemos, incluyendo aquellas que hemos comprado y vendido recientemente. Explico cómo
Cuatro veces al año, escribo cartas a los clientes de IMA. En estas cartas, guío a los clientes a través de nuestra investigación sobre las acciones que poseemos, incluyendo aquellas que hemos comprado y vendido recientemente. Explico cómo las valoramos, por qué las tenemos, etc. También les brindo a los clientes algunas de nuestras reflexiones sobre la economía y el mercado. Llamo a estos pensamientos cartas "estacionales", no cartas trimestrales, y hay una buena razón para eso. Los trimestres siguen un calendario, mientras que mi inspiración para escribir tiene su propia agenda. Además, me gusta esperar hasta que nuestras empresas informen sus resultados trimestrales antes de escribir sobre su progreso. Por lo general, luego de que el trimestre termine, espero un mes para empezar a escribir la carta. Estas cartas son muy detalladas y extensas, algunas tienen hasta 30 páginas.
Me lleva dos o tres semanas, dos horas al día, escribir una carta estacional.
¿Por qué las escribo?
Hablé con amigos que trabajan en la industria de inversiones, quienes también escriben cartas a sus clientes. Ellos me dijeron que las personas rara vez leen las cartas que envían. Aunque no hay un examen de lectura o velocidad de lectura para convertirse en cliente de IMA, y estas cartas no son seguidas por una evaluación escrita, he descubierto que la mayoría de los clientes de IMA sí leen estas cartas. Así como las empresas obtienen los accionistas que se merecen, las firmas de inversiones atraen a clientes afines. Los clientes de IMA tienden a ser lectores y tienen curiosidad de aprender qué está sucediendo en sus carteras y por qué.
Permíteme contarte una historia. Tengo un cliente que es un piloto retirado. Mientras estábamos juntos en mi oficina, le mencioné que le tenía miedo a volar. Vuelo mucho (antes del COVID), pero cada vez que estoy en un avión y comienza a temblar y hacer ruido por una turbulencia, digamos que me vuelvo un poco más religioso. Me digo a mí mismo que estas cosas pasan todo el tiempo y que la mayoría de los accidentes de avión ocurren durante el despegue o el aterrizaje. En ese momento hay una guerra interna dentro de mí, entre la racionalidad y el miedo.
Mi cliente (el piloto retirado) me dijo que cuando está en la silla del piloto en la cabina, no está nervioso. Pero cuando vuela como pasajero y el avión atraviesa una etapa difícil, también se pone nervioso. Debo admitir que al principio, me sorprendió un poco su confesión.
Luego me di cuenta de que la diferencia entre estar en la cabina del piloto y en la cabina de pasajeros es una cuestión de control e información. Cuando eres el piloto, tienes control e información sobre lo que está sucediendo.
Cuando eres pasajero, solamente encuentras consuelo en pensar que los ingenieros de Boeing no solo toman trenes, sino que también frecuentan estos aviones, y que el piloto no tiene su propio paracaídas y, por lo tanto, su vida también está en juego. Además, que morir en un accidente de avión tiene aproximadamente la misma probabilidad que ganar la lotería. (Por este motivo no juego a la lotería; no quiero molestar a los dioses de la probabilidad). Y también es por eso que mi familia y yo poseemos las mismas acciones que nuestros clientes.
Lo mismo se aplica a los clientes de IMA y sus carteras de inversión. Nosotros pasamos cientos de horas analizando a cada una de las empresas dentro de nuestras carteras. Pero para los clientes de IMA, si no cuentan con mis cartas, estas empresas son solo códigos de cotización. Los clientes ni siquiera están en la cabina de pasajeros; están en un rincón oscuro dentro de la bodega de carga. Con mis cartas, intento llevarlos a la cabina (aunque aún mantengo el control de las palancas). Quiero que comprendan lo que vemos en cada empresa, cómo la valoramos y cuál es nuestra estrategia para lidiar con las incertidumbres de la economía global. Posiblemente, cuando no hay turbulencia, estas cartas aportan poco valor; pero cuando hay turbulencia, y casi siempre la hay, nuestros clientes (con suerte) estarán un poco más tranquilos. Sus carteras les brindarán rendimientos y los ayudarán a mantener su presión arterial al mínimo.
Y hay también otras razones para escribir estas cartas.
Las cartas me ofrecen la posibilidad de extender mi escritura, mientras que el tiempo no se puede ampliar de la misma forma. (He escrito sobre este tema anteriormente). Después de que los clientes de IMA leen una carta, a muy pocos les queda alguna pregunta pendiente. Los pocos que tienen dudas me llaman por teléfono, o me envían preguntas puntuales que respondo en la sección de preguntas y respuestas de la siguiente carta (ellos eligen). Estimo que, en total, estuve unas treinta horas al teléfono el año pasado hablando con nuestros clientes (menos de 30 minutos a la semana). IMA tiene alrededor de doscientos clientes. Si pasara 30 minutos en el teléfono con cada uno de ellos cuatro veces al año, estaría gastando al menos 400 horas al año u 8 horas por semana al teléfono con ellos. Y lamentablemente, esas horas representan un tiempo que no puedo destinar a la investigación.
Solía pensar que la diferencia entre introvertidos y extrovertidos radicaba en el disfrute de las interacciones con los demás. Hace poco, descubrí que hay otra diferencia importante entre ellos: los extrovertidos se recargan mediante estas interacciones, mientras que a los introvertidos, les consumen su energía. Personalmente, aunque disfruto de las interacciones sociales, una hora al teléfono se lleva, más o menos, tres horas de mi energía (o el equivalente a seis horas de escritura, que es una experiencia relajante y meditativa para mí).
Finalmente, soy mucho más perspicaz al escribir que al hablar por teléfono. ¿Ves? ¡Todos ganan!
La carta de invierno 2020/21 que acabamos de enviar a nuestros clientes de IMA tenía 27 páginas. En las próximas semanas, te compartiré fragmentos de la carta. Estos fragmentos no se centrarán tanto en peces (acciones) como en el tema de la pesca. En el pasado, solía reescribir extractos de estas cartas como artículos, pero siento que la relación con mis lectores ha evolucionado a un nivel en el que no necesito hacerlo.
Artículo disponible en inglés aquí.
Vitaliy Katsenelson es el director ejecutivo de IMA, una firma de inversión de valor ubicada en Denver, Estados Unidos. Ha escrito dos libros sobre inversiones, que fueron publicados por John Wiley & Sons y que se han traducido a ocho idiomas. Soul in the Game: The Art of a Meaningful Life (Harriman House, 2022) es su primer libro que no trata solo de inversiones. Puedes obtener capítulos bonus inéditos enviando tu recibo de compra a bonus@soulinthegame.net.
Por favor, lee la siguiente divulgación importante aquí.